Melancolia

A veces, me invade la melancolía de un tiempo pasado. Canciones que me recuerdan buenos momentos. Letras que me trasladan a historias pasadas. Para cada momento una canción, mi vida está escrita con letras y acordes.

En mi búsqueda de nuevas experiencias, a los doce años, también intenté descubrir en los acuerdos de una guitarra, la letra de una canción o más adelante, cómo explicar mis sentimientos con música y letra. Por suerte de todos, se quedó en intento y no quedaron registradas en youtube ni nada parecido. Bastante tengo, que de vez en cuando, aunque encuentro esa carpeta que, imitando las batas del colegio a rayas blanquiazules, escondo aquellos papeles mal escritos con melodías y letras de amores y desamores de niñez.

No soy musicólogo, ni siquiera tengo un estilo de música que me defina. He pasado de las canciones de fuego de campo, a Llach, Bruce, Michael Jackson o Manzanita cuando conviene. Apenas hoy, aunque alguien se ha dado cuenta de que trío mis canciones por las letras y no por los estilos.

Parece ser que tengo la necesidad de transmitir lo que quizás no puedo o no se dijo. Como muchos de vosotros, los sentimientos me corren por dentro. Incapaz de bajar corazas, incapaz de transmitir con palabras bonitas o gestos románticos.

Las personas que se han atrevido a mirar detrás de las piedras de mi castillo, fuertemente amurallado y objeto de tantos asaltos y batallas perdidas, han tenido la oportunidad de conocer los rincones de mis callejones interiores. Como toda ciudad, hay plazas, avenidas, calles y callejones estrechos. Fuera de rutas turísticas y del alcance de peatones sin escrúpulos, se pueden encontrar callejones sin salida que, a saber, quizá esconden las casas más bonitas de mi ciudad.

La melancolía sirve para dar un paso atrás, mirar adelante y escoger el camino que quieres seguir.