Xon

Esta noche una nueva estrella se ha podido ver en el cielo.

Hacía días que esperaba este momento, quería sentir como abandonaba la tierra donde estaba arraigada y con su luz nos iluminaba a todos.

Estaba cansada. Sufría por su enfermedad, pero sobre todo, sufría por todos nosotros.  Asunción era de esas personas que sufren por todo. Se preocupaba por todos, por los que más quería y por quienes no conocía. Tenía un don, compartía de todo corazón las alegrías y los sufrimientos de todos nosotros.

Se creció. El cáncer es una enfermedad que desviste de tonterías a las personas. Se juegan la vida. Cuesta asumir y mucho más, superar. Te araña el alma, te hiere el cuerpo, desgarra el cerebro y tú, tú tienes que convivir con él.

Si o si, te va la vida y en esta enfermedad, no mandas tú. Gracias a la ciencia, muchos enfermos que lo sufren de cáncer  llegan a vencerlo, pero después de tantos esfuerzos y medios, a día de hoy todavía no hay solución para todos.

El cáncer la hizo renacer. Igual que una flor que abre sus pétalos por primera vez para regalarnos tanta belleza y fragancia que provoque enamorarnos y deseemos cuidarla, mimarla y estar a su lado hasta que el otoño, en que caigan sus hojas y sólo nos quede su recuerdo.

Se hizo fuerte y valiente y,  por primera vez, quería preocuparse de si mísma. Sé que lo intentó, pero no lo consiguió. Continuaba sufriendo y preocupándose por mí, por sus hijas, nietos, hermanos, familia y amigos.

Ha dejado de sufrir y eso me reconforta. No está lejos, siempre atenta, creía que somos energía y la energía no se destruye. Se transforma y, ahora mismo, corre de casa  en casa reconfortandonos y mimándonos y haciéndonos compañía en este adiós que nadie quería.