Mirada perdida

Bien, estás bien.

Bien contigo misma y aún así, te falta la pareja, sujeto indefinido con quien abrazarte cuando el sol cae.

Vacías el buche para llenar de sentimientos los dedos. Transcribirlos. Darnos a conocer que cuando te acostumbras, nunca te basta con la felicidad que tienes. Golosos, nunca tenemos suficiente.

Escuchas como hablamos. Callas. Respetas. No te lo crees. Es difícil de imaginar que todos nos sentimos plenos. Disfrutamos de lo que vivimos y aún así, siempre hay uno o otro momento para encontrarnos como te sientes. Sola.

Da igual estar rodeada de uno o mil amigos, a veces deberías gritar y callas, te invaden sentimientos melancólicos y te preguntas, que sucedería si en vez de compartir la felicidad colectiva, compartiéramos los sentimientos de soledad? La melancolía se pasearía de lado a lado y vaciarían el buche desde el corazón. Nos conforta saber que estamos bien y aún así nos lamentamos de lo que nos falta.

Hay días que por suerte, pasan a prisa. Te das cuenta como se hace difícil describir y transcribir sentimientos? carecen palabras.

Parece como si la felicidad nunca pudiera ser serena. Una búsqueda que no tiene fin. Nuevas puertas, nuevos caminos, nuevos compañeros de viaje.

Vacías el buche y compunges el corazón. Mira al frente, a los lados y detrás para recordar la dureza del camino que me ha llevado hasta aquí. He levantatado la cabeza, admirado el cielo por las esclusas de las ramas de dos alcornoques. He atrapado el calor del sol mientras cerraba los ojos y dejaba que el viento del sur  nos diera la lata a su paso, entre montañas y sombras.

Al fin, una mirada perdida. Sentimientos atrapados y vaciados.