Valiente ? no más que tú
Cerraba la puerta y comenzaba el calvario.
Cáncer, las pruebas no daban lugar a interpretaciones de ningún tipo para los resultados de los análisis. Una mamografía rutinaria, sin que yo hubiera detectado aquel extraño bulto, había aconsejado realizar una biopsia y analizar las células.
El ascensor se detenía en cada planta y yo me ahogava dentro de aquella maldita caja que abría y cerraba lentamente sus puertas en cada planta del Hospital. Caminaba despacio y con la mirada perdida. Por fuera parecería serena pero por dentro, sólo quería gritar.
Porque a mí! ¿Por qué me ha tocado a mí?
Miraba y no veía a la gente como se movía a mi alrededor, ellos, ajenos a mi desgracia, como si no les fuese nada y ciertamente, a ellos, no me parecía que les fuera la vida. La ciudad continuaba con su rugido constante y perverso, todo se movía deprisa. Los coches pitaban porque otros no les dejaban avanzar. Motos en la carretera y motos sobre las aceras. Bicicletas, patinetes, perros, peatones, todos corrían menos yo. Me había quedado de piedra.
Me senté en un banco de aquel parque, donde de pequeños, a mis niños, les hubiera gustado subir y bajar del castillo al revés de los otros niños, por el tobogán. Si algo podía decir de ellos era que siempre se habían complicado la vida haciendo las cosas de manera diferente a los demás. Y una lágrima salió para rodar por mi mejilla y cayó encima de mi pecho, orgullo de mi feminidad y en ese momento, causa de tanta desgracia.
Cogería el metro para no tener que hablar con nadie, allí eres invisible a los ojos de unos turistas más preocupados por no perder la parada, escuchar su música o pendientes que los ladrones no les cojan el bolso. Me acercaría hasta el mar, cuna de todos los azules como la llamaba Kavafis, buscaba su cobijo y calma en la isla de su pecho. Ese día me hacía falta un amigo.
Y mientras mi acercaba me dejaba seducir por su olor, su humedad, el calor del sol de primavera y el aire que sopla de levante. Necesitaba pisar la arena mojada bajo mis pies para sentirme arraigada a la tierra, mojarme, recorrer toda la playa. Dejar de mirarme el ombligo y mirar más lejos, hacia el este, de donde proviene el sol y el mar desdibuja su azul con el cielo.
Yo me decía para mí misma, que no era la primera ni la única, ni la última mujer que tenía cáncer de pecho. Muchas antes que yo, habían sufrido y sufrirían esta enfermedad, que si bien antes les robava la vida a todas, ahora la ciencia nos permite sobrevivir a la mayoría.
Me abrirán, me extirparan el tumor y si es necesario me harán una mastectomía. A estas alturas no he entendido el proceso, después de darme el resultado, no he oído nada más, mi cabeza se ha puesto a trabajar para organizarlo todo, como se lo contaré a los chicos, a Pep, a mi madre, a mis hermanas. Si yo la estoy sufriendo, ellas son del grupo de riesgo. A partir de ahora, se deberán empezar a hacer pruebas más a menudo, seguramente una o dos mamografías cada año. Te das cuenta que mientras piensas para ti, niegas la evidencia diciéndole enfermedad cuando en realidad és cáncer. De acuerdo, cuando de pequeña escuchaba a mis padres hablar entre ellos de la muerte de un pariente, un amigo o un conocido, por razón del cáncer, no pronunciaban su nombre y nos decían que había muerto de un mal feo. Y tan feo que era, se llevaba a pequeños y mayores sin darles demasiadas oportunidades para curarse.
Piensa, piensa bien qué sabes del cáncer de pecho. ¿ Que te han contado, has escuchado en la tele o que has leído ?. ¿Que me ha dicho la doctora? Bien, el hecho de haberme detectado el tumor cuando éste es pequeño, es una ventaja para poder extirparlo antes no aumente o se extienda hacia los ganglios. Me harán una intervención para extraer el tumor y el tejido que lo rodea para asegurarse de que no quede ningún rastro de las células cancerígenas.
Tras la operación, tal vez me hagan radioterapia. Así se acabará todo. Sobreviviré, ya lo verás. Pero ¿ cómo me quedarán los pechos? no podré volver a lucir en la playa, ni con un vestido o un escote que deje a los hombres boquiabiertos. Me quedarán diferentes, uno más grande que el otro y seguramente con cicatrices. Pero ¿ qué estoy pensando tonta de mí ? pienso en agradar a los demás y presumir cuando me estoy jugando la vida?
Podría ser que me hiciera falta una mastectomía de todo el pecho. Muchas mujeres piden a su cirujano reconstruirlo en la misma operación.- No lo se, no lo se, me repetía, pobre de mí -
No me podía quedar sentada todo el día, dentro de mí gritaba: reacciona Laura, sé valiente, afronta la enfermedad, déjate guiar por el médicos y extrae el cáncer que llevas dentro. La vida son cuatro días y no hay que pasarse dos sufriendo.
¿ Que hice? calzarme y ponerme a caminar, volver a casa, hablar con Pep y contarles a los chicos cuál era la situación y como estaba convencida de que sobreviviria.
Valiente? Todas las personas somos mucho más valientes de lo que nos parece. Quizás hablando, diremos que no, que ante algo así, no sabríamos cómo afrontarlo sin embargo, las ganas de vivir y la estimación de aquellos que nos rodean, dan fuerzas para superarte y salir adelante.
- ¿ Conocías Oncolliga antes no te detectaran tu cáncer de pecho?
- No chica, como muchos otros, creía que no sufriria jamas de cáncer, que a mi, no me afectaria y por tanto, había muchas cosas más a que dar importancia y que ahora, me he dado cuenta de que no tienen ninguna importancia.
Es cierto, a mí me han cambiado los valores. Me parecía que con dinero se compraba todo o casi todo y ya ves, que por mucho dinero que tengas, hay enfermedades que nos afectan a todos. Ahora valoro mucho más la vida. La vida en letras grandes que quiere decir, estar bien conmigo misma y con todos los que me rodean.
- La gente de Oncolliga somos voluntarios. Enfermos, médicos, familiares y amigos que sufren o han sufrido y convivido con el cáncer. Gente que creemos en la importancia que tiene para el enfermo y la familia sentirse acompañado, poderte informar de todo lo que necesites saber y contar con el apoyo de todos para afrontarlo, superarlo y finalmente, vencer al cáncer . Nos gusta ayudar a otras personas, como tú, que ahora estás pasándolo mal con el cáncer.
- Mi médico me ha puesto en contacto con vosotros, dice que haga muchas actividades y charlas, que puede ayudarme y darme apoyo. Con todo lo que me has contado, veo que tú, lo has superado muy bien.
- No creas, siempre te queda un miedo, pero en casa dicen que lo que no te mata te hace más valiente.
Tiempo más tarde, las dos nos sentábamos detrás de la mesa de inscripciones del run4cancer, una carrera organizada en beneficio de la asociación Oncolliga. Hacía frío, nos habían pedido que fuéramos a las ocho y media de la mañana y apenas, las ocho, ya estábamos todos para empezar a montar la parada. Yo le llamaba así a aquel stand. Nos daba servicio para todo, tanto se utilizaba para hacer los bocadillos, como para inscribir los corredores, ofrecer información de Oncolliga o si convenía, como escenario improvisado para dar las últimas instrucciones a los participantes.
Entre una y otra inscripción, nos calentábamos como podíamos. Me di cuenta, que al ver a uno de los participantes, mi amiga se emocionaba. Era su hermano. Había venido expresamente desde Toulouse, Francia, ciudad donde vivía y trabajaba, para estar a su lado en un evento como aquél.
Días más tarde, leía un artículo en el periódico que explicaba: La enfermedad, el cáncer, o como queráis llamarlo, se vence con sonrisas. Tan importante es la atención de los médicos para salvar una vida, como el cariño que pueden dar y recibir los que ahora la están sufriendo.
Ahora, a menudo abro las puertas de aquel Hospital que me salvó la vida. No me ha abandonado la sensación de ahogo del primer día al entrar en el ascensor, lo asumo e intento superarlo. Visito a personas y familias a las que les falta apoyo. Charlo con ellos, les pregunto por su estado, su evolución o como se encuentran. Les cuento que no hay una única manera de superar la enfermedad, cada uno encuentra su camino y si los hay, un grupo de voluntarios formamos Oncolliga para apoyarlos, informarles y ayudarles en todo lo que pueda estar a nuestro alcance. Nuestra recompensa es su sonrisa y con las sonrisas, ayudamos a vencer el cáncer.
Valiente? no más que tú.
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