Libertad y respeto
Los gerundenses somos agricultores. Conservadores de tipo, estancados en nuestras costumbres, poco abiertos a los cambios y siempre mirándonos el ombligo.
No nos gusta avanzar al ritmo constante y frenético de la ciudad. Ni el estrés. Ni los atascos. Ni entendemos los forasteros que sin masas tabúes o moral, hacen lo que quieren sin importarles que dirán los vecinos si se pasean sin ropa y con las ventanas abiertas de la habitación de su casa.
Bueno, pero somos voyeurs. Queremos estar al tanto de todo lo que dicen y lo que hacen en todo el mundo. Nosotros lo haremos más tarde o con vergüenza, pero lo acabaremos haciendo igualmente. La moda se efímera y esporádica en el tiempo por lo tanto, antes de que se agote el momento, hagámoslo, somos valientes.
Las noticias que surgen en los diarios de Girona tienen el mismo tinte rancio de los gerundenses. Observamos cómo ha llegado el barco de lujo anclado en el puerto de Palamós. Como se llenan las escaleras de la Catedral de Girona de trastos del decorado del juego de tronos. Tres días más tarde que las redes sociales publicaremos que una barquilla se hundió al impactar con una roca a raíz de la costa.
Nosotros y nuestro pequeño mundo. A veces, hay personajes controvertidos que destacan por su manera de vomitar las relaciones humanas. Me refiero en este caso a Albert Soler, Periodista, que si bien lo conozco de vista y cruzarse me por Girona, poco más de él puedo hablar que no sea lo que leo en los periódicos y las reacciones que provoca en la red.
No debo ser conservador por naturaleza. Ni campesino. Soy poco amante de los despropósitos o la polémica, pues no hay manera de poder entender las ganas que tiene la gente de ponerse a casa los otros y criticar gratuitamente o intentar hacer prevalecer su manera de ver y vivir en este mundo.
Albert no es el único pues, en la construcción de las marcas personales y los perfiles sociales, todos nos retratamos en la red con nuestros comentarios y maneras de actuar. El Administrador de un grupo social que "expulsa" quinientos miembros de mil por no ser activos, no conocerlos, o no seguir las normas nunca escritas, actúa de forma sospechosamente dictatorial, que como otros dictadores también han comenzado con el visto bueno del pueblo y han acabado sometiendo al pueblo a su voluntad.
Tanto se hace que sea un macho Alfa, Gay, Lesbiana o el Cura de la parroquia del lado de mi casa, por no decir, el Imán de la Mezquita. Vivir y dejar vivir, respetar la forma de pensar y hacer de otros con los que no estamos de acuerdo sin querer explicarles cómo lo vemos o lo hacemos nosotros, los gerundenses, por el hecho de reafirmarnos que la nuestra, se mucho mejor que la suya. Por supuesto, aquí todo el mundo es libre y la libertad, radica en el respeto.
Los ataques, las polémicas, las opiniones que generan y que hieren las sensibilidades de terceros las entiendo como gratuitas y fuera de lugar en una sociedad que a estas alturas tendría que empezar a entender que se ha terminado de ser campesino y comprender que vivimos el inicio de una sociedad multicultural, multirracial y mezclada que hará de este, un mundo diferente.
El mundo está cambiando.
No nos gusta avanzar al ritmo constante y frenético de la ciudad. Ni el estrés. Ni los atascos. Ni entendemos los forasteros que sin masas tabúes o moral, hacen lo que quieren sin importarles que dirán los vecinos si se pasean sin ropa y con las ventanas abiertas de la habitación de su casa.
Bueno, pero somos voyeurs. Queremos estar al tanto de todo lo que dicen y lo que hacen en todo el mundo. Nosotros lo haremos más tarde o con vergüenza, pero lo acabaremos haciendo igualmente. La moda se efímera y esporádica en el tiempo por lo tanto, antes de que se agote el momento, hagámoslo, somos valientes.
Las noticias que surgen en los diarios de Girona tienen el mismo tinte rancio de los gerundenses. Observamos cómo ha llegado el barco de lujo anclado en el puerto de Palamós. Como se llenan las escaleras de la Catedral de Girona de trastos del decorado del juego de tronos. Tres días más tarde que las redes sociales publicaremos que una barquilla se hundió al impactar con una roca a raíz de la costa.
Nosotros y nuestro pequeño mundo. A veces, hay personajes controvertidos que destacan por su manera de vomitar las relaciones humanas. Me refiero en este caso a Albert Soler, Periodista, que si bien lo conozco de vista y cruzarse me por Girona, poco más de él puedo hablar que no sea lo que leo en los periódicos y las reacciones que provoca en la red.
No debo ser conservador por naturaleza. Ni campesino. Soy poco amante de los despropósitos o la polémica, pues no hay manera de poder entender las ganas que tiene la gente de ponerse a casa los otros y criticar gratuitamente o intentar hacer prevalecer su manera de ver y vivir en este mundo.
Albert no es el único pues, en la construcción de las marcas personales y los perfiles sociales, todos nos retratamos en la red con nuestros comentarios y maneras de actuar. El Administrador de un grupo social que "expulsa" quinientos miembros de mil por no ser activos, no conocerlos, o no seguir las normas nunca escritas, actúa de forma sospechosamente dictatorial, que como otros dictadores también han comenzado con el visto bueno del pueblo y han acabado sometiendo al pueblo a su voluntad.
Tanto se hace que sea un macho Alfa, Gay, Lesbiana o el Cura de la parroquia del lado de mi casa, por no decir, el Imán de la Mezquita. Vivir y dejar vivir, respetar la forma de pensar y hacer de otros con los que no estamos de acuerdo sin querer explicarles cómo lo vemos o lo hacemos nosotros, los gerundenses, por el hecho de reafirmarnos que la nuestra, se mucho mejor que la suya. Por supuesto, aquí todo el mundo es libre y la libertad, radica en el respeto.
Los ataques, las polémicas, las opiniones que generan y que hieren las sensibilidades de terceros las entiendo como gratuitas y fuera de lugar en una sociedad que a estas alturas tendría que empezar a entender que se ha terminado de ser campesino y comprender que vivimos el inicio de una sociedad multicultural, multirracial y mezclada que hará de este, un mundo diferente.
El mundo está cambiando.
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