Ocho rosas

Mientras cerraba la puerta del coche, me dio dos besos y nos hemos despedido con un "hasta pronto",.

Esta noche, en la radio suena "Back to Black de Amy Whinehouse" y decido encender el cigarrillo que al rojo vivo, con un sonido crujiente, me muestra como me he quedado.

Vuelvo a casa solo, cuando sin querer, es mi imaginación la que se aventura, vuela y explora otros escenarios posibles. Que debería haber hecho diferente para estar a su lado?

El agua fría reduce la tensión sexual no resuelta.

Desnudo, con la luz cerrada y la ventana abierta, tumbado en mi cama recordando: Que ha pasado?

Hoy podía haber sido el día que hacía tiempo anhelaba. Me gustan las palabras, los gestos y la complicidad con la mujer que he conocido.

Sigo escuchando las tristes y dulces melodías de Amy y se empiezan a suceder imágenes donde compartimos otros escenarios que los reales, ella en su casa y yo en mi casa.

Si no contara con más de cuarenta y muchos, tuviera ventipocos, en que otro lugar estaría sino en la puerta de su casa?

Dos golpecitos de nudillos en su puerta la pondrían en preaviso, dando a saber que hay alguien que quiere entrar. Susurrando su nombre me anunciaría diciendo, ábreme, soy yo.

Quizás entornaría la puerta aún a medio desnudar, ya debe estar a punto de acostarse en la cama. Una cama, vacía, donde las sábanas molestan,

"Ocho rosas he comprado para regalar sólo una, la tuya."

No me dirías nada, pues cogidos de la mano me guiarias por la casa hasta tus sábanas blancas, como la amistad que hoy comienza.

Recorrería con la mirada tu rostro, iluminado por la luz de la luna que se desliza entre las rendijas de los postigos. Mis labios se acercarían a tus ojos cerrados, que abandonados a los sentidos, se dejan llevar y no quisieran recordar la anterior despedida. Tiene los labios secos desde hace tiempo y ahora se entreabrirían esperando que mis labios los mojaran y dulcemente, comenzaría a comerme su boca.

A su oído susurraría, "no me dejes marchar hoy."