Balance de Pérdidas y Ganancias 2015
Se acerca el fin de año y de una u otra manera todos miramos de reojo hacia atrás. Todo ello, como si tuviéramos que pasar cuentas con nosotros mismos. ¿Cuáles son los propósitos cumplidos en los objetivos que fijamos al comenzar el año.
Y no me refiero a adelgazar, hacer deporte dos veces por semana, ni siquiera, la independencia de Catalunya. Por lo menos, el amigo Carod Rovira que hace años la vaticinó para el 2014, no ha terminado de ver cumplido este deseo ni el 2015 y si todo continua igual, quizás llegue a verla nunca.
No sé vosotros, pero en todo caso los míos, eran objetivos más intangibles. Me propuse pellizcar la felicidad.
Para reencontrarla tenía un plan. Empezar a creer que no tenía que sufrir por las cosas que no tenían solución, pues no tienen, ni tampoco por las cosas que si que tienen pues, si tienen solución no hay que sufrir por ellas. ! Tanto sufrir por las situaciones que me obligaban a vivir sometido a las circunstancias ! no sabía cómo, pero tenía de conseguirlo. Cabe decir, que he llegado a pellizcarla.
La experiencia me demuestra que no existe la felicidad absoluta o mejor dicho, es pasajera. A veces un instante, un momento, unos días o porque no, una larga temporada.
He conocido la felicidad en los ojos de quien la vive y la comparte. Cuando sales de un periodo oscuro, tanta felicidad resumida en la actitud de una persona, parece que no pueda existir. Pues, tengo la suerte de compartir la amistad con la felicidad.
No puedo dejar de pensar en Asunción, mi hermana. A veces cuento cuántos hermanos somos y una mano me basta. La Xon, compartía mis ratos de felicidad por las cosas que he ido conquistando. Sufría por mi, aunque sabía de mi fortaleza también sabía que yo necesitaba hacer cosas diferentes para obtener resultados diferentes.
El cáncer, le causó dolor y muerte. Mientras la acompañábamos, extrajo de nosotros las sonrisas que en la infancia fuimos almacenando para cuando nos carecieran. Me regaló un montón antes de irse. Al menos, cuando murió era consciente de la mejora de mi situación laboral y por tanto, se sentía aliviada de este malestar.
No he dejado de fumar, ni hago deporte. No es que no quisiera, pero no era este el objetivo. Para este año, creo que empezaré por hacer pequeños cambios que vuelvan a dar resultados diferentes. Seguramente, sin querer, sin saber, todos lo hacemos. Si fijamos objetivos y canalizamos nuestras energías en cada paso que damos, cuando acabe el 2016 volveremos a mirar atrás y podremos maravillarnos del camino recorrido.
Tópicamente, la felicidad no está en el destino sino en el camino del día a día.
Y no me refiero a adelgazar, hacer deporte dos veces por semana, ni siquiera, la independencia de Catalunya. Por lo menos, el amigo Carod Rovira que hace años la vaticinó para el 2014, no ha terminado de ver cumplido este deseo ni el 2015 y si todo continua igual, quizás llegue a verla nunca.
No sé vosotros, pero en todo caso los míos, eran objetivos más intangibles. Me propuse pellizcar la felicidad.
Para reencontrarla tenía un plan. Empezar a creer que no tenía que sufrir por las cosas que no tenían solución, pues no tienen, ni tampoco por las cosas que si que tienen pues, si tienen solución no hay que sufrir por ellas. ! Tanto sufrir por las situaciones que me obligaban a vivir sometido a las circunstancias ! no sabía cómo, pero tenía de conseguirlo. Cabe decir, que he llegado a pellizcarla.
La experiencia me demuestra que no existe la felicidad absoluta o mejor dicho, es pasajera. A veces un instante, un momento, unos días o porque no, una larga temporada.
He conocido la felicidad en los ojos de quien la vive y la comparte. Cuando sales de un periodo oscuro, tanta felicidad resumida en la actitud de una persona, parece que no pueda existir. Pues, tengo la suerte de compartir la amistad con la felicidad.
No puedo dejar de pensar en Asunción, mi hermana. A veces cuento cuántos hermanos somos y una mano me basta. La Xon, compartía mis ratos de felicidad por las cosas que he ido conquistando. Sufría por mi, aunque sabía de mi fortaleza también sabía que yo necesitaba hacer cosas diferentes para obtener resultados diferentes.
El cáncer, le causó dolor y muerte. Mientras la acompañábamos, extrajo de nosotros las sonrisas que en la infancia fuimos almacenando para cuando nos carecieran. Me regaló un montón antes de irse. Al menos, cuando murió era consciente de la mejora de mi situación laboral y por tanto, se sentía aliviada de este malestar.
No he dejado de fumar, ni hago deporte. No es que no quisiera, pero no era este el objetivo. Para este año, creo que empezaré por hacer pequeños cambios que vuelvan a dar resultados diferentes. Seguramente, sin querer, sin saber, todos lo hacemos. Si fijamos objetivos y canalizamos nuestras energías en cada paso que damos, cuando acabe el 2016 volveremos a mirar atrás y podremos maravillarnos del camino recorrido.
Tópicamente, la felicidad no está en el destino sino en el camino del día a día.
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