Mi teoria del Big Bang
Gota a gota, derramaba las lágrimas de sus ojos, entre sollozos y risas, mientras me contaba de su vida y del amor.
Me apresté a secar sus mejillas empapadas, mientras sus ojos desprendían risas y su gesto, me mostraba los dientes alineados por los hierros que rejuvenecían su boca y la obligaban a hablar con un tono infantil encantador.
Me la comería toda. Empezando por su boca. Sus penas seducían el inconsciente mientras mi mano se acercaba a su rostro, acariciándolo y rezando por detener aquella barbarie que llenaba de lágrimas mis manos.
Deslicé mis dedos entre sus cabellos jugando y dejándolos que se movieran en todas direcciones. Fijé mis pulgares en sus sienes mientras el resto de mis dedos quedaban escondidos entre medio de su pelo para ofrecerle un suave masaje que la obligara a cerrar los ojos y silenciar sus relatos, concentrándose en esta forma de relajación.
Murmuré canciones mientras continuaba recorriendo su rostro con la pretensión de desdibujar la tensión acumulada de sus mejillas, ahora rosadas, y con el fin de, suave y dulcemente, soplar sobre sus párpados. Su boca, entreabierta, me sugirió darle un primer beso.
Saltaban chispas de aquel fuego para incendiar el ambiente, iluminar la estancia y dotarla de la magia que hace especial a la persona que comparte el momento.
Me senté a su espalda para permitir que mis manos se pasearan por su piel, acariciarla desde el cuello hasta los hombros, recorrer sus brazos y finalmente, abrazarla como un oso cerrando las piernas sobre ella, cruzando mis brazos por encima de sus pechos y con mi boca, morderle en la oreja.
Suspiró. Se mordió los labios y parecía desear el instante en que fueran los mios que llegaran a su boca, mojándola, besándola y que de este acto de deseo, surgiera un amor.
Cerrar los ojos, apretar los párpados fuertemente. Ver y sentir como estalla el Big Bang, se expande el universo conocido y el que todavía hay por descubrir. Del negro y la ausencia del todo, al universo de colores donde las luces destellan contigo en este, nuestro nuevo mundo .
Si así fue, comprenderás que ya no me cueste entender la teoría, la mía, la del Big Bang.
Me apresté a secar sus mejillas empapadas, mientras sus ojos desprendían risas y su gesto, me mostraba los dientes alineados por los hierros que rejuvenecían su boca y la obligaban a hablar con un tono infantil encantador.
Me la comería toda. Empezando por su boca. Sus penas seducían el inconsciente mientras mi mano se acercaba a su rostro, acariciándolo y rezando por detener aquella barbarie que llenaba de lágrimas mis manos.
Deslicé mis dedos entre sus cabellos jugando y dejándolos que se movieran en todas direcciones. Fijé mis pulgares en sus sienes mientras el resto de mis dedos quedaban escondidos entre medio de su pelo para ofrecerle un suave masaje que la obligara a cerrar los ojos y silenciar sus relatos, concentrándose en esta forma de relajación.
Murmuré canciones mientras continuaba recorriendo su rostro con la pretensión de desdibujar la tensión acumulada de sus mejillas, ahora rosadas, y con el fin de, suave y dulcemente, soplar sobre sus párpados. Su boca, entreabierta, me sugirió darle un primer beso.
Saltaban chispas de aquel fuego para incendiar el ambiente, iluminar la estancia y dotarla de la magia que hace especial a la persona que comparte el momento.
Me senté a su espalda para permitir que mis manos se pasearan por su piel, acariciarla desde el cuello hasta los hombros, recorrer sus brazos y finalmente, abrazarla como un oso cerrando las piernas sobre ella, cruzando mis brazos por encima de sus pechos y con mi boca, morderle en la oreja.
Suspiró. Se mordió los labios y parecía desear el instante en que fueran los mios que llegaran a su boca, mojándola, besándola y que de este acto de deseo, surgiera un amor.
Cerrar los ojos, apretar los párpados fuertemente. Ver y sentir como estalla el Big Bang, se expande el universo conocido y el que todavía hay por descubrir. Del negro y la ausencia del todo, al universo de colores donde las luces destellan contigo en este, nuestro nuevo mundo .
Si así fue, comprenderás que ya no me cueste entender la teoría, la mía, la del Big Bang.
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