Escrito y editado por Pep Cassany

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Metáfora de mi transmutación primaveral

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Después de meses de ostracismo, recluidos en casa por el frío, tapados con una bufanda que nos llega hasta la nariz y con los calzoncillos o bragas de lana y cuello alto, llega el supuesto buen tiempo y como mariposas que surgimos del capullo, creemos que la transformación es evolución y desplegamos nuestras alas para salir a volar.

Nos faltan alas para descubrir todos los lugares que tenemos a nuestro alcance. A veces, sin dirección aparente, volamos alto para descubrir en perspectiva todo lo que tenemos a nuestro alcance. Desde tan arriba, todos los campos son verdes, inundados de colores, flores y aromas. Dulcemente acotados por caminos y con construcciones que a veces, parecen casas sólidas, elegantes, bonitas. Nada más lejos de la realidad cuando te acercas a vuelo raso.

Hay tanto por descubrir que no sabemos por dónde empezar, si centrarnos en una u otra parcela o si en nuestro vuelo de reconocimiento, pasearemos de una a otra parte convirtiéndonos en la mosca cojonera o mariposa que, se deja admirar y sale volando cuando alguien se acerca.

En esta época del año, raramente nuestro vuelo es firme, con destino fijado. Hay mucho para oler. Las flores despliegan sus encantos y nos cautivan y seducen con dulces fragancias y los colores más puros. Intrinsicamente, sabemos que hay flores de temporada y las llamamos, flores de un día.

Cuantas más primaveras han pasado, más experiencias has vivido y campos has visitado. Ahora sé, que los árboles frutales son mi opción. Los he visto crecer, luchar por sobrevivir, han sido mimados y curados cuando alguien les ha hecho daño o cuando indeseables plagas, han querido destruir sus frutos. Despliegan hojas, flores y frutos, invaden mis sentidos.

Poco a poco he decidido que ya es hora de construir un nido en uno de estos árboles, al abrigo de vientos y tormentas, a la sombra del sol y cerca de un río que nos dé vida. No muy lejos del mar.

A estas alturas en que ya sé lo que me gusta, me tocará encontrar compañera de viaje, objetivo y proyecto. Deberá ser de mi especie y aunque me gusten los pajaritos de colores, el galope de las yeguas y las sirenas surgidas del mar, habrá que encontrar una mariposa, surgida como yo de un capullo, que haya visto el mundo en perspectiva y que también, cansada de volar y oler todo tipo de flores de un día, decida que su nido en un árbol frutal, cerca del mar, al abrigo de los vientos, tormentas y la solana del verano, a mi lado , es su opción de vida.

Buenos dias Señorita Primavera.

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