El mejor regalo del mundo
¿ Te has fijado en el egoísmo que tenemos todos cuando nos dan algo de valor, supuestamente "gratis"!
Por más que todos creemos que nadie regala nada o quien lo regala, no le da el mismo valor que nosotros, nos tiramos de cabeza ante esa oportunidad como si nuestra vida dependiera de ella.
Antes de decir, yo no, piénsalo bien.
En la televisión, en directo y en relatos que hemos escuchado en conversaciones de café, en la calle, el trabajo o incluso en casa, seguro que, todos podríamos explicar un montón de casos que nos dejaron perplejos. Por ejemplo, los representantes de una Comunidad Autónoma que, en una feria pretendían ofrecer a sus visitantes un "regalo" publicitario y, en el recorrido desde su almacén hasta su stand de feria, la gente asaltó el lote, cogiendo uno , dos o tantos "regalos" como pudieran, arriesgando hasta la vida, para obtener el preciado botín: Un paraguas.
Has participado nunca en peleas o discutido por colarse en una cola, para comer sardinas, chocolate caliente o un café?
Has dado un like, compartido un post, enviado correos electrónicos o reenviado mensajes de teléfono, incluso de diez en diez, para conseguir ser el más popular, votado o participando en un sorteo de vete a saber qué premio? Todos estos ejemplos tienen un motivo oculto. Una estrategia de marketing.
Un regalo debería estar fundamentado en el valor que sabes que tiene para ti mismo y para las personas que lo recibirán. No tiene ningún valor para nosotros regalar lo que no usamos, que tenemos repetido o sencillamente que no nos gusta o no utilizamos. Sencillamente yo de este acto diría, compartir.
Dicen las estadísticas que si yo tengo dos pollos y tú no tienes ninguno, ambos tenemos uno. Lo mismo nos pasa con el pro-medio de las rentas y cualquier otro cálculo que se generalice. Siempre hay quien tiene mucho y que no tiene nada.
Así pues, darlo todo sin esperar nada a cambio es sólo una frase publicitaria? hay quien comparte lo poco que tiene?
Como en toda estadística, la excepción confirma la regla. Yo soy un caso real. Cuando económicamente más jodido estaba, un desconocido me dio mil euros. Ni me conocía, ni me conoce. Sin esperar nada a cambio y sin ser millonario. Tan sólo porque siguió sus propios principios y valores. Él era una persona afortunada por tener trabajo y no sufrir angustias económicas. O sea, creyó que podía hacer una acción directa, sin otra recompensa que, saber que su acción ayudaba a una familia y dio una cantidad significativa, también para él, a alguien que lo estaba pasando mal.
No hay mejor regalo que, un día, conocer gente como tú.
Por más que todos creemos que nadie regala nada o quien lo regala, no le da el mismo valor que nosotros, nos tiramos de cabeza ante esa oportunidad como si nuestra vida dependiera de ella.
Antes de decir, yo no, piénsalo bien.
En la televisión, en directo y en relatos que hemos escuchado en conversaciones de café, en la calle, el trabajo o incluso en casa, seguro que, todos podríamos explicar un montón de casos que nos dejaron perplejos. Por ejemplo, los representantes de una Comunidad Autónoma que, en una feria pretendían ofrecer a sus visitantes un "regalo" publicitario y, en el recorrido desde su almacén hasta su stand de feria, la gente asaltó el lote, cogiendo uno , dos o tantos "regalos" como pudieran, arriesgando hasta la vida, para obtener el preciado botín: Un paraguas.
Has participado nunca en peleas o discutido por colarse en una cola, para comer sardinas, chocolate caliente o un café?
Has dado un like, compartido un post, enviado correos electrónicos o reenviado mensajes de teléfono, incluso de diez en diez, para conseguir ser el más popular, votado o participando en un sorteo de vete a saber qué premio? Todos estos ejemplos tienen un motivo oculto. Una estrategia de marketing.
Un regalo debería estar fundamentado en el valor que sabes que tiene para ti mismo y para las personas que lo recibirán. No tiene ningún valor para nosotros regalar lo que no usamos, que tenemos repetido o sencillamente que no nos gusta o no utilizamos. Sencillamente yo de este acto diría, compartir.
Dicen las estadísticas que si yo tengo dos pollos y tú no tienes ninguno, ambos tenemos uno. Lo mismo nos pasa con el pro-medio de las rentas y cualquier otro cálculo que se generalice. Siempre hay quien tiene mucho y que no tiene nada.
Así pues, darlo todo sin esperar nada a cambio es sólo una frase publicitaria? hay quien comparte lo poco que tiene?
Como en toda estadística, la excepción confirma la regla. Yo soy un caso real. Cuando económicamente más jodido estaba, un desconocido me dio mil euros. Ni me conocía, ni me conoce. Sin esperar nada a cambio y sin ser millonario. Tan sólo porque siguió sus propios principios y valores. Él era una persona afortunada por tener trabajo y no sufrir angustias económicas. O sea, creyó que podía hacer una acción directa, sin otra recompensa que, saber que su acción ayudaba a una familia y dio una cantidad significativa, también para él, a alguien que lo estaba pasando mal.
No hay mejor regalo que, un día, conocer gente como tú.
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