Escrito y editado por Pep Cassany

Relatos cortos y artículos de opinión de Pep Cassany

Novedades

El alma del mal


Opinión con acento: el alma del mal


El mal tiene alma

Cómo medir el grado de maldad de las personas ? Gracias a los valores morales que disponemos cada uno de nosotros.

Las normas escritas y no escritas de la sociedad, junto con nuestra interacción, nos permite calificar, etiquetar, juzgar y condenar a aquellos que las rompen, las saltan o viven de acuerdo a las costumbres y tradiciones de otras normas escritas y no escritas de otras sociedades.

Ancestralmente, las religiones son las que fijaron las normas del bien y del mal. Por otra parte, caudillos, gobiernos y pensadores, apuntaron y dictaron las penas de los pecadores y delincuentes, imponiendo criterios propios y comunes al tiempo y habitat.

Las leyes, normas o costumbres, así como sus castigos, no siguieron la misma evolución en un poblado de la Selva Amazónica que en un país de Europa. Las sociedades más avanzadas, populosas y complejas, necesitaron acotar más sus dictados religiosos y leyes civiles para hacer posible la convivencia, mientras que en una comunidad indígena, las normas de obligado cumplimiento radican en el respeto del grupo y a los roles establecidos.

Sería bonito creer que, después de tanta evolución, religiones diversas, normas y leyes, hemos encontrado el camino de la convivencia. Sería bonito, pero falso.

El conocimiento, el estudio y especialización en cada campo y cada materia, nos obliga a fijar nuevas costumbres, normas y leyes. Avanzamos en medicina genética y necesitamos dictar leyes. Innovamos en inteligencia artificial y necesitamos delimitar el campo donde implantarlo. Mientras uno piensa cómo avanzar, hay quien se dedica a controlar el avance.

En mi escala de valores, evolucionada después de su implantación por parte de mis padres en mi infancia, aún existe el bien y el mal. La gente buena y la mala. Definiciones anticuadas y pasadas de moda pues, se mide por diferente rasero y se las denomina por valores positivos o negativos.

Observadores y críticos como somos todos hacia los otros, pre-juzgamos y salvamos o condenamos a las personas, según el grado de afinidad o empatía que tenemos con ellas. Así pues, la percepción del bien y del mal se convierte en subjetivo de acuerdo con nuestra manera de ser, hacer y actuar y como quisiéramos ser tratados de acuerdo con nuestras propias convicciones. Es así como, dos personas enfrentadas se pelean por la la razón y esta está sujeta a los intereses y costumbres de cada uno de los combatientes y observadores.

Popularmente salvaremos al débil del fuerte, justificaremos al ladrón de los ladrones o empatizaremos con quien se coge la justicia por su lado ante la impotencia que genera la indefensión en una causa justa.

Hay gente a la que consideramos malvada y perversa, bajo nuestro punto de vista y mientras que otros las califican de bellísimas personas. A menudo intentamos transmitir nuestra sentencia a quien nos quiera escuchar y creer.

Reflexionando, calificaré de mala gente a los que con sus actos y comentarios dañan premeditadamente a los demás. Personas que no tienen en cuenta el respeto y la convivencia, el bien común. Individuos que se creen en posesión de la verdad absoluta y se proponen someter, obligar o imponer, por cualquier medio físico o psicológico, su voluntad en contra de las creencias, valores o criterios de una persona, grupo o pueblo.

El mal, también tiene alma

No hay comentarios

Deja tu comentario y comparte este articulo con tu comunidad en la red.