Escrito y editado por Pep Cassany

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Cada oveja con su pareja y si no tienes, te quejas





Apenas acaba de llegar del trabajo y ya tiene ganas de volverlos a encontrar. Lleva días esperando el momento para lucir el vestido comprado especialmente para esta cena aunque antes, tiene que pasar por la ducha, correr hasta la peluquería y mientras la peinan, aprovechar que le hagan las uñas. Una vez al año, puede permitirse el lujo de mimarse y aunque sea por un rato, que alguien le preste toda su la atención y esté por ella.

Los nervios la hacen hablar más que de costumbre. Habitualmente a esta hora la peluquería ya ha cerrado la puerta y cree que si le da los detalles, la peluquera entenderá la importancia del evento y acabará por hacer un recogido de pelo digno de la portada de cualquiera de aquellas revistas de moda.

En casa, mirándose al espejo, cree ver el rostro de una muñeca, perfectamente peinada y desnuda de arriba abajo. Encima de la cama dejó el conjunto de ropa interior de color negro con puntas de encaje, el liguero y unas medias del mismo color que, una vez calzadas le llegarán no más arriba de los muslos.

La esteticien cada año la enseña como maquillarse y la aconseja, de acuerdo al color de su vestido, los tonos que deberá utilizar para sentirse objeto de todas las miradas. La guinda que hace deseable el pastel.

Sólo le queda por elegir el bolso de mano que con tantas cosas que hacer, ha dejado para decidir en el último momento y mientras abre el armario para buscarlo, se mira de arriba abajo en el espejo y comprueba que aún es una mujer deseable y por tanto, a más de uno le debería caer la baba cuando la vean entrar por la puerta del restaurante.

Coqueta, llevará las gafas en el bolso de mano pues, si hay que elegir un plato, no leería ni una de las cinco jotas. Barra de labios, lápiz de ojos, colorete y un espejito que le permita retocar si fuera necesario, las pinturas de guerra pues, una noche de cada año, le gusta compartir mesa con su segunda familia. Ya se sabe, cuanto más primos, más  me arrimo.

No ha sido una entrada estelar, nadie la esperaba, excepto el camarero que le ha deseado una buena noche mientras le preguntaba, que querría tomar antes no llegaran los compañeros de trabajo. Con ese vestido, no podía permitirse el lujo de sentarse en un taburete alto sin enseñar ningún detalle de su ropa interior y en el vaso, si llegara a pedir un aperitivo mientras espera, dejaria el color de sus labios, tan finamente perfilados y por tanto, perdería glamour para el momento esperado en que todos los compañeros quedaran seducidos por tanta belleza, mientras las chicas, muertas de envidia, le preguntaran por todos los detalles de la última gestión administrativa del año.

Quisiera elegir dónde y con quién sentarse en la cena de Navidad. Cerca de los jefes para dejarse ver y con las compañeras del Departamento de Contabilidad de la Empresa, pues son ellas con quien más tiempo pasa todo el año y por lo tanto, apreciarán el cambio realizado en cuatro horas de descanso y resultado de todo un mes de preparativos.

Pendiente de la conversación de todos, se sentó en la mesa asignada y resignada a que lleguen los platos. Observa, sonríe, devuelve las miradas que le llaman guapa y deprecia las de otros que la ven como un objeto del pasado. Escucha los parlamentos y se emociona. El amigo invisible le ha entregado, el único regalo que recibirá por Navidad, una bufanda y unos guantes de lana con la imagen de Papá Noel, que aparte de la prueba de rigor, guardará  en el cajón de los recuerdos, relleno de amigos invisibles de años pasados.

La música la anima y se desenfrena. Sale a bailar y no para de reír, cantar y buscar la complicidad de los compañeros. Se deja llevar por el compás de la Salsa y remueve las caderas moviendo el culo frente al bedel, que a estas alturas, ya le ha hecho saber dos veces lo guapa que está.

La noche se hizo corta y todo terminó. Otra vez ha llegado  sola a su casa y lleva los zapatos de tacón en las manos, no sea que despierte a los niños de los vecinos del primero, cansados de todo un día de escuela y deseosos que lleguen las deseadas fiestas de Navidad. Ha bebido más de lo que esperaba o eso cree, le da vueltas la cabeza y no logra fijar la imagen  que indignamente le devuelve el espejo mientras se desmaquilla, se desnuda y lava, antes de meterse en la cama.

Una cama fría, donde nadie la espera, aunque por un día, antes de salir de casa, había cambiado las sábanas sabiendo que, aunque de ello haga un montón de tiempo, algún compañero de fiesta había terminado por calentarle los pies y cumplido su deseo de Navidad.

Antes no se duerme, tiene tiempo para repasar la lista de asistencia y comprobar cuántos imbéciles han querido aguarle la fiesta. Hipócritas, todo el año sin dirigirla ni una palabra y hoy, han acabado por tirarle la caña. No entienden la importancia que tiene para ella ésta, la única cena donde quiere estar para celebrar la Navidad, con la suya, la única familia  a quien aguanta todo el año.

En Navidad, cada oveja con su pareja! y si no tienes, te quejas !!

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