Bélgica podria ganar 2.300.000 votantes

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foto de Puigdemont y el Gobierno de la República

No me preguntéis por el viaje del Presidente Puigdemont a Bélgica. Pendientes de su comparecencia ante los medios de comunicación internacionales, todo lo que se diga ahora mismo son especulaciones. En todo caso, yo me apunto al carro. Igual que lo haria un mago, el Presidente de la República de Cataluña ha desaparecido ante los ojos incrédulos de todos.

El paseo mediático por las calles de Girona, entreacto del número principal, dejaba clara la tranquilidad con la que afrontaba el reto y en todo caso, arropado por el apoyo de su familia y su ciudad. Puigdemont, amenazado por la preanunciada querella de la fiscalía Española por sedición y rebeldía, con penas de prisión de 30 años, respondía la demanda del público para conocer su respuesta a la aplicación del 155 y la disolución del parlamento y cese del su gobierno. Sin saberlo, hemos asistido y presenciado una jugada maestra.

Confieso, ninguno de nosotros era consciente del alcance de la magia de Carles. Mientras todos lo hemos prejuzgado de mil y una maneras diferentes, él y su gobierno nos han dejado boquiabiertos por el resultado de su estrategia. Salir del país y entrevistarse con un abogado defensor de Derechos Humanos, en un país Europeo, es digno de la mejor trama política del mejor Best Seller.

Tweets como los del consejero mostrando su incorporación al trabajo diario o, el mismo President, mostrando el cielo desde el Palau de la Generalitat, nos obligaban a fijarnos en el dedo cuando en realidad, señalaban la luna. Gracias a los tuits de Llach o Rahola nos dimos cuenta de la desaparición del Gran Mago, al gran público, seguidores o escépticos, sólo nos quedaba la opción de aplaudir hasta rabiar.

Seguro,  en este momento trascendental, ni Puigdemont ni su gobierno dirá hoy nada que desvele el próximo paso. A nosotros, nos toca esperar y en confianza, seguirle hasta donde nos pida para continuar defendiendo la República ganada  en las urnas el 1 de octubre, proclamada el 27 de octubre y a defender, el  próximo 21 de Diciembre.

Si hacemos caso a los rumores sobre una posible solicitud de asilo político de Puigdemont y el gobierno Republicano en Bélgica y, para el caso en que ese país finalmente las otorgara, los belgas se habrán ganado el corazón de más de dos millones de demócratas catalanes dispuestos a ir a votar a donde haga falta.